sábado, 9 de julio de 2011

Todos se enamoran. TODOS.

Apagué la play y le miré impaciente. Él sentado en el sillón se encendió un cigarro tranquilamente, con parsimonia. A mí por esa impaciencia que me caracteriza le tiré un cojín para que arrancara pero seguía igual. Me miraba y se reía. Verguenza y felicidad expresaba su rostro. Como si fuera un niño pequeño con un secreto muy grande y que por dentro le llenaba.

- Bueno, cuando quiera el señor. - Le dije en tono de suspiro.
- Te recuerdo que tu no me lo contastes en su momento cuando te ocurrió a tí.
- No era el mismo caso. ¡Óscar vámos!.
- Vale, te lo contaré. Pero ni se te ocurra interrumpirme en ningún momento porque luego me lias, me pierdo, se me olvidan los detalles y ya no tiene emoción la cosa, vale? - Dijo mientras se acomodaba en el sillón.
- Palabrita.

- En la cabaña de los renacuajos de enfrente de su casa me esperaba. Ella llevaba encima la colonia que tanto me gustaba y creo que lo hacía por tentarme. Al vernos no soltamos ninguna palabra de nuestras bocas, solo una mirada nos sirvió para que nos dieramos el abrazo que esperaba después de estar 5 días sin verla. Yo apoyaba mi cabeza en su hombro. Un  "Te he echado de menos" salió de mí. ¿Su respuesta? Se acurrucó más en mi pecho y me abrazó con más intensidad.

Sabes que cocinillas no soy, por lo tanto decidí invitarla a cenar al restaurante que tanto la gusta. Ella insistía diciendo que con unos huevos fritos y la televisión puesta de fondo se quedaba satisfecha pero me gustaba llevarla la contraria.
Entre los platos se mezclaban historias y anécdotas que contaba ella durante los 5 días que estuvo fuera. Y por supuesto no faltaban mis chistes que se mezclaban ya con el postre y la cuenta.

De camino a mi casa estaba nervioso, no hablabamos. Se me cruzaron los cables y tube un impulso; la agarré de la mano. Pero corriendo pensé en una excursa: "Al cruzar siempre hay que dar la mano a los mayores". Ella me miró y se rió, pero tonta no era y se me notaba mucho que estaba demasiado nervioso. Aún así, ella no quitó la mano.

Entramos a mi habitación y ella se tumbó en mi cama alegando de que estaba llena y quería reposar un poco. Yo me tumbé al lado y mirando al techo, pero en verdad estaba concentrado en pensar que podría hacer o decir.
Ella se dió la vuelta mirandome a mí y yo hice lo mismo. Estabamos frente a frente tumbados. Me susurró un "Gracias" y volvía a sonreir. Yo alcé mi mano y la puse en su cadera. Lentamente nos fuimos acercando y nos besamos. Creo que es uno de los besos con más sentimientos que he dado. Me danzanban esas famosas mariposas en la tripa de las que los enamorados suelen hablar y cada movimiento que hacía era meditado antes para no cagarla en ese momento.

Una casa sola y dos personas solas ya te lo puedes imaginar, no Izan? Y por supuesto, como dije antes, era con muchisimo sentimiento. Cada beso en sus labios y cada roce era único. No sé si ella lo hacia con los mismos sentimientos, espero que sí.

Izan, creo... Es más, diría que estoy enamorado. Esa noche no fue como otras noches con otras chicas. Esa noche significó mucho para mí... Irene significa mucho para mí.

-Tú no eres el Óscar que yo conocí... Pero quedate tú, al otro ya ni le echo de menos. - Alucinaba, simplemente alucinaba.

sábado, 2 de julio de 2011

Aun me pierdo en tí.


La cagué.
Me doy cuenta de que soy masoca; No debería responder a sus toques, ni a sus sms. Ni tampoco al msn ni a los privados del Facebook. Siempre me digo "Hay que olvidarla", pero esa decisión nunca la empleo.
En aquel parque, a eso de las 8 y 26, debajo de un árbol en un banco, me di cuenta de que aun no me a olvidado. Que casualidad... Me se de alguien que tampoco lo ha echo.
Ella saca su móvil y me dice que tiene la canción de tono para cuando recibe mis toques. Esa maravillosa letra en la que susurré en su oído estaba puesta en su móvil. Esa letra por la que empezó todo.
Yo intentaba no caer en sus encantos, pero creo que ya lo hice al quedar con ella.
Era bonito. Ella recordaba momentos en los que fuimos felices con una gran sonrisa. Yo la respondía embobado mirando a sus labios como pronunciaba cada palabra y la respondía con otra sonrisa y con un "Ahhhh si si me acuerdo". Nunca se me pasó el tiempo tan rápido.
El calor hizo que estuvieramos acompañados de unos helados y la tarde/noche transcurriera igual de bien.
Las bromas de antes seguían, al igual que los piques y los mismos chistes que hacían que ella tubiera agujetas de no parar de reirse. Y su sonrisa me seguía contagiando. Como antes.
Nunca la dejé irse a casa sola, y por ello no la iba a dejar irse esa noche.
La moto aparcada en el poster de siempre, en la calle de siempre, en donde nos despediamos siempre.
Cogí mi móvil a escondidas y apunto de meterse en su portal la llamé.
- Aun no me he ido. ¿Querías algo? Jaja.
- Si, quería algo.
Debo de ser el primo de Dinio o algo; La noche me confundía, se me cruzaron los cables o yo que sé. Aunque lo cierto es que me pudieron las ganas y por eso me lancé. Si, me lancé. Y evidentemente ella se quitó. Me dijo que no estaba bien, y razón no la faltaba.
Dos besos en la mejilla y un adiós un poco seco para la tarde que habiamos tenido.
La cagué.